domingo, 19 de mayo de 2013

Después de nueve años desde que aquel 11 de marzo de 2004, cuando sufrimos el mayor atentado de nuestra historia para cambiar el signo político, social, económico y moral de España, seguimos sin saber la verdad. Yo creo muy a mi pesar que nunca sabremos que ocurrió, ni quienes fueron los autores tanto materiales como intelectuales, en el ámbito institucional, o sea que dentro de los organismos del estado y sus poderes se diga en su totalidad la verdad de lo ocurrido. Hace poco tiempo Gabriel Moris, padre de una de las víctimas, ha promovido una campaña de recogidas de firmas para que que el parlamento investigue el atentado del 11-M. Iniciativas como esta son necesarias para esclarecer los hechos y que las víctimas no queden impunes, aunque el camino a recorrer sea largo y llenos de dificultades. Pero nadie dijo que en la vida todo sea fácil. Es una lucha sin cuartel. Es ganar batalla tras batalla, porque el enemigo es duro y correoso, y cuenta además con todas las armas y argucias a su alcance. Nadie se cree la versión oficial. Nadie en su sano juicio. Otra cosa son aquellos que siguen la voz de su amo y obstruyen cada paso que se dá. No hay que decaer. Cada vez somos más los que demostramos la farsa que siguió a los días posteriores a la masacre. Y cada vez gritamos y peleamos más fuerte. Con la fuerza de todos conseguiremos que algún día el bien prevalezca sobre el mal. Un saludo.

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