sábado, 7 de marzo de 2009

EL CESID EN TIEMPOS DEL PP

Empiezo a partir de ahora un amplio dossier desde que el PP empieza a gobernar allá por 1996, como encuentra los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, cuáles eran sus mandos y para entender lo que había y hay en nuestros días con respecto al papel desempeñado por esas FyCSE en los acontecimientos relacionados con la masacre del 11-M.
-----------------------------------------------------------------Yukón.
.."Vengo a cambiar un poco para que cambie todo; no a cambiar tod para que nada cambie." El nuevo director general del CESID es persona a la que le gusta hablar, y hablar en público, que es cualidad que no se dá bien a todos. Ante él, más de mil quinientos agentes y trabajadores de la Casa, es decir, casi toda la plantilla, se aglomera en y ante el salón de actos de la sede, en el kilómetro 8, 800 de la carretera de La Coruña, apenas a diez minutos del palacio de la Moncloa u a otros diez del palacio de La Zarzuela. No todos caben, lógicamente, en el salón, y la megafonía se extiende, como en las grandes ocasiones, por toda la Casa. Al nuevo director le presenta -como si hiciese falta- el ministro Eduardo Serra, titular de Defensa y en adelante gran apoyo de Calderón a lo largo de lo que iba a ser una navegación bien difícil.
Era el 27 de Mayo de 1996 y no hacía ni siquiera una semana que Javier Calderón Fernández, teniente general del Ejército de Tierra recién pasado a la reserva activa, había sido nombrado por el Consejo de Ministros director general del CESID. Su designación había una relativa sorpresa. Sorpresa, porque Aznar, incluso poco antes de ganar las elecciones el 3 de marzo, había dicho que los servicios de Inteligencia debían ser dirigidos por un civil. Relativa, porque, una vez que el seleccionado como director del CESID era un militar, pocos como Javier Calderón reunían los requisitos. Y eso que se barajaron, sin demasiada insistencia, es la verdad, otros nombres castrenses: Javier Pardo de Santayana, Luis Alejandre, Antonio Martínez Teixidó...
Había sido, sin duda, el dedo del ministro de Defensa, Eduardo Serra, el encargado de designar a Calderón. Manuel Gutiérrez Mellado, el inolvidable Guti, el hombre a quien Serra había querido y admirado toda su vida, se lo había dicho en más de una ocasión: "De Calderón te puedes fiar hasta el final." No en vano habían diseñado operaciones de Inteligencia conjuntamente, y no en vano Calderón -muy golpeado familiarmente por este tema- había promovido la (mal) llamada Fundación de Ayuda a la Drogadicción con la imprescindible ayuda de Gutiérrez Mellado, bajo la presidencia de honor de la Reina Sofía y más tarde con el brazo ejecutivo de Eduardo Serra. Y así, una vez que Eduardo Serra, de manera por completo inesperada para muchos, se hizo con la cartera de Defensa, no lo pensó dos veces y recomendó a Aznar el nombramiento de Calderón, uno de los militares que mejor conocía el funcionamiento de los servicios secretos.
Entre los directores de esos servicios cuando fueron nombrados, solamente Andrés Casinello tenía buen conocimientos de ellos. Los demás, incluido Manglano, llegaron por prestigio militar y personal, entre otras razones posibles (en el caso de Bourgon, porque no había ninguno más a mano), pero sin idea de la tarea que les habían encomendado. Calderón, sin embargo, era un experto que había mamado desde el empleo de comandante lo que era la Inteligencia.
La relación de Gutiérrez Mellado con Calderón tenía un origen peculiar. Cuando el primero empezó a subir en la escalada militar hasta alcanzar el generalato, quiso mantenerse en contacto con la oficialidad jovén, y pidió a sus colaboradores que le organizaran una reunión con o tres capitanes y comandantes que conocieran bien el Ejército por dentro y con buena capacidad de análisis e incluso de discrepancia. Calderón era uno de ellos y Gutiérrez Mellado se sintió atraído de inmediato por la personalidad de aquel joven militar, con el que se vió periódicamente duarnte muchos años, de manera que llegaron a crearse entre ellos unos fuertes vínculos de confianza que se mantuvieron hasta que falleció Gutiérrez Mellado a finales de 1995, en accidente de tráfico. En sus almuerzos hablaban de política y de los Ejércitos, de la falta de valores sociales y de los problemas de la juventud. De todo. Lo que empezó siendo un cambio de impresiones entre dos hombres de la misma profesión pero de distintas generaciones, acabó convirtiéndose en una sólida amistad.
¿Por qué Calderón para el CESID, si el nuevo jefe del Gobierno había reiterado que el nuevo director de los servicios debería de ser un civil? No hay respuesta definitiva para esa pregunta, excepto que el teniente general Calderón ya conocía muy bien estos servicios y a casi todos los militares que los integraban. El último ministro de Defensa socialista, el asturiano Gustavo Suárez Pertierra, había pensado seriamente en Javier Calderón como sustituto del dimitido Alonso Manglano, aunque, luego, algunas voces a su alrededor le disuadieron haciéndole ver que Calderón era "demasiado mayor" para el cargo. Así que Suárez Pertierra optó por la bicefalia Miranda-Del Olmo, una solución de la que tendría tiempo -aunque poco- para arrepentirse.
Y, en último extremo, acaso la pregunta habría de ir más allá, y formularse así: ¿por qué Eduardo Serra como ministro de Defensa cuando consta que apenas dos días antes de anunciarse su nombramiento Aznar se decantaba por otro nombre? Aznar asegura que tenía en mente el nombre de Serra desde mucho tiempo antes de ganar las elecciones, pero sin embargo encargó a Rafael Arias Salgado que hiciera el traspaso de poderes en Defensa, lo que parecía indicar que pensaba en él como titular de esa cartera. El cambio de última hora pertenece al secreto del sumario, lo que provocó toda clase de especulaciones sobre las posibles presiones recibidas, que incluyen hasta las del propio Rey. Las presiones, de haberlas, habría que buscarlas en otros sectores, desde empresarios poderosos hasta la embajada de Estados Unidos, país en el que Serra mantiene muy buenas relaciones en los ámbitos más diversos e influyentes. Pero, en fin, en torno al nombramiento de Serra las especulaciones han sido, y son, infinitas, incluyendo la hipótesis de que Felipe González presionó al Rey para evitar el nombramiento de Arias -Salgado. Todo ello ha sido reiteradamente desmentido desde las más diversas instancias oficiales y oficiosas y, como tantas veces ocurre, es posible que la verdad sea un cúmulo de cosas al que, en ocasiones, el propio principal interesado permanece ajeno.
El caso es que Calderón llegó porque Serra lo recomendó a Aznar, quien aceptó a un militar de larga y notoria trayectoria al frente de la Casa, en lugar de aun civil como tanto había preconizado. Y es que tal vez las cosas no estaban maduras para situar a un civil mandando una Casa en la que más ochocientos militares -el resto, hasta mil ochocientos, es personal civil o guardias civiles- conviven en condiciones muy especiales. Tan especiales que, según una fuente del Centro, refiriéndose a un caso muy concreto, "aquí, una mujer licenciada en Historia puede mandar a un coronel". Y un teniente o un capitán, lo que no siempre es entendido en ámbitos castrenses.
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(Fuente Servicios Secretos) de Joaquín Bardavío, Pilar Cernuda y Fernando Jáuregui.

2 comentarios:

  1. Buenas tardes YUKON:

    Te envie un comentario, espero que te llegara.

    Un abrazo.

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  2. Pues a no me ha llegado tu comentario Nieto, o no está publicado. En cualquier caso, gracias por tenerme entre tus bloguers preferidos, y ya sabes que estoy a tu entera disposición.
    Un abrazo.

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